Comer con cabeza

JORGE PARICIO. El mes pasado, la OMS advertía, causando un gran revuelo, de que las carnes procesadas (aquellas que han pasado por una transformación industrial como jamones, carnes envasadas, beicon, salchichas, etc.) entran a formar parte del temido grupo 1 de productos cancerígenos, donde también figuran el tabaco o la contaminación ambiental. Además, señalaba esta organización que comer carne roja no procesada (como ternera, cerdo o cordero) puede ser causa del cáncer colorrectal, tumores de próstata y de páncreas.

Esta advertencia ha activado las alarmas en el primer mundo, donde, llevados por la prisa, a menudo dejamos de lado la comida sana, sustituyéndola por comida rápida que, si bien nos alimenta, también nos llena el organismo de productos muy nocivos para nuestra salud. Países como Grecia, Italia o España, antaño ejemplo a seguir, se están alejando cada vez más de ese estilo de vida. En nuestro caso, no solo superamos los 70 gramos de carne roja aconsejada al día, sino que llegamos a cuadruplicarlos, con un consumo medio diario de 250-300 gramos. La OMS sitúa a nuestro país en el puesto número 18 en incidencia de cáncer colorrectal del mundo, y la alimentación tiene mucho que ver en esto.

No se trata de apartar la carne de nuestra dieta por completo. La carne tiene un gran valor nutricional. Se trata de entender la necesidad de disfrutar de cada alimento en su justa medida y de que tengamos muy presente los beneficios de la dieta mediterránea, que no sólo previene la aparición del cáncer de colon o de mama, sino que evita la obesidad, enfermedades cardiovasculares o el envejecimiento prematuro de las células. Como profesional de la salud, estoy concienciado y convencido de sus ventajas, de la importancia de seguir una alimentación rica en frutas, verduras y cereales en la que la carne, que debe ser preferiblemente blanca, sólo tiene cabida dos dias a la semana.

Y, junto a la dieta Mediterránea, si además podemos huir de alimentos tratados con pesticidas, plaguicidas, abonos químicos u hormonas y antibióticos -en el caso de la carne-, mejor. Con las opciones que tenemos hoy día, jugar con la salud es decisión de cada uno

JORGE PARICIO es director de SALUD y ACCIDENTES de AXA.

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