Cistitis, cuestión de anatomía

2014-07-elperiodico-saludymedicina-julio2014-pngLa infección urinaria postcoital representa apenas un 4% del total de casos, pero produce un 60% de las recurrencias

CÈLIA QUEROL Mantener la zona vaginal húmeda favorece la aparición de una infección del tracto urinario. Cuando se localiza en la vejiga se conoce como cistitis. El pico de aparición más alto de esta infección, producida en aproximadamente el 90% de los casos por la bacteria Escherichia coli, se produce durante el verano. Permanecer con el bañador mojado es uno de los factores de riesgo. Se calcula que entre el 50 y el 60% de las mujeres adultas tendrán al menos un episodio de infección del tracto urinario en su vida. Se trata de una de las complicaciones bacterianas más comunes, sólo por detrás de las del tracto respiratorio. La Escherichia coli es un microorganismo que coloniza la mucosa periuretral hasta la vejiga a través de la uretra. Si no puede eliminarse por los mecanismos fisiológicos (principalmente la orina) acaba adhiriéndose al uroepitelio, provocando la infección y sus síntomas característicos. Se produce sobre todo en mujeres por una causa anatómica.

La uretra de la mujer es muy corta, mide entre dos y tres centímetros, lo que facilita la contaminación y el paso de las bacterias procedentes de la zona perianal hacia la uretra y vejiga. La orina, que se forma en los riñones, desciende por los uréteres hasta la vejiga para ser expulsada por la uretra. En condiciones normales no contiene bacterias, pero en ocasiones pueden introducirse en la vejiga y acabar provocando una infección. Existen dos picos importantes de cistitis: tras las primeras relaciones sexuales y en la menopausia. Además, en el embarazo también son más frecuentes.

Dolor en la parte inferior del abdomen, escozor al orinar, micciones frecuentes pero escasas (poliaquiuria), orina con color anormal y maloliente y sensación de no haber terminado de orinar son los síntomas más frecuentes. Aunque en algunos casos no vuelve a manifestarse nunca, muchas son recurrentes, es decir, se producen más de tres infecciones en un año o más de dos en seis meses. En un estudio realizado en mujeres entre 17 y 82 años con cistitis, el 44% tuvo al menos una recurrencia en el siguiente año.

Existen determinados factores de riesgo que facilitan que la bacteria llegue a la vejiga. La actividad sexual es uno de ellos. La cistitis postcoital representa apenas un 4% del total de las infecciones, pero un 60% de las recurrencias. Por ello es muy importante vaciar bien la vejiga inmediatamente después del coito.

El tratamiento de la cistitis aguda pasa por la toma de antibiótico. A nivel preventivo, diversos estudios científicos han demostrado que los complementos alimenticios ricos en proantocianidinas tipo A del arándano rojo americano impiden la adhesión de la Escherichia coli a las células del uroepitelio de la vejiga. Este extracto natural ha formado parte de la dieta de los pueblos árticos durante milenios. Los indios de Norteamérica utilizaban el fruto como uno de los ingredientes principales de su alimentación.

En las cistitis de repetición lo recomendable es tomar el extracto de arándano rojo cada noche y tras las relaciones sexuales, además del tratamiento con antibiótico. Junto al extracto de este fruto americano, beber abundante líquido, orinar con frecuencia, evitar el frío y la humedad en la zona vaginal, tratar el estreñimiento y orinar antes y después del coito ayuda a prevenir la aparición de la cistitis.

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