Alopecia areata, un futuro esperanzador

Recientemente la EMA ha autorizado el uso del primer inhibidor de esta vía en población adulta.

La alopecia areata es una enfermedad inmunomediada, que son aquellas en las que existe un desequilibrio en el funcionamiento normal del sistema inmune. Se caracteriza por una pérdida de pelo no cicatricial y, por tanto, potencialmente reversible.

Esta patología suele debutar en los adolescentes y adultos jóvenes, y se calcula que afecta al 2% de la población mundial. Existen factores predisponentes, genéticos y ambientales, así como la presencia de otras enfermedades inmunomediadas.  Si bien es cierto que la mayor parte de los casos se comportan de forma benigna y recuperan el pelo espontáneamente en el primer año tras el diagnóstico, algunos pacientes pueden progresar a formas más generalizadas y graves, en las que la repoblación espontánea del pelo es menos frecuente.

Estudios recientes confirman que su carácter crónico, recurrente, de evolución impredecible y con impacto claro en la imagen personal, pueden impactar sustancialmente en la esfera psicosocial del paciente, provocando una disminución en la calidad de vida relacionada con la salud.

Hasta la fecha los tratamientos utilizados se basaban en una evidencia científica limitada. El mejor conocimiento de la fisiopatología de la enfermedad, es decir, el estudio de los mecanismos por los cuales esta se origina, está permitiendo el desarrollo de nuevas terapias, avanzando hacia tratamientos más dirigidos. Entre estos últimos destacan, tanto en el niño como en el adulto, los inhibidores de la Janus quinasa, que son una familia de proteínas que desempeñan un papel muy importante en las enfermedades inflamatorias, y su inhibición constituye un área de interés emergente en medicina.

Recientemente la Agencia Europea del Medicamente ha autorizado el uso del primer inhibidor de esta vía en población adulta con alopecia areata grave. La aprobación se fundamenta en dos ensayos clínicos realizados en 1.200 pacientes que tenían al menos un 50% de pérdida de pelo en el cuero cabelludo durante más de seis meses. Se trata de la primera aprobación de un tratamiento sistémico para la enfermedad por parte de las autoridades regulatorias. Aun así, los datos de los ensayos clínicos deben ser corroborados en la práctica clínica real, tanto en términos de eficacia como en términos de seguridad.

El manejo de las formas graves de alopecia areata continúa siendo un reto para los clínicos, pacientes y familiares. En este escenario, los tratamientos innovadores pueden ayudar a reducir la morbilidad que se asocia a las formas graves y refractarias de la enfermedad. El futuro se presenta esperanzador, ya que a medida que se avance en el conocimiento de los mecanismos de esta enfermedad, el arsenal de opciones terapéuticas seguirá creciendo. Ángeles Flórez. Jefa de Servicio Dermatología, Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra

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