Todo sobre la donación de órganos

Por cada donante se pueden beneficiar hasta 800 receptores

Redacción

Una persona sana de menos de 45 años puede donar prácticamente todo al morir. Pulmón, corazón, riñón, páncreas, hígado e intestino son los órganos que podemos ofrecer una vez hemos fallecido. Además, también se puede dar tejido cardiovascular, musculoesquelético, ocular y cutáneo. Se calcula que, en condiciones ideales, por cada donante se pueden beneficiar hasta 800 receptores. España es el país donde más donaciones se producen de Europa. Actualmente, cada año se contabilizan de media 34 donantes por millón de habitantes. La mayor parte de donaciones proceden de fallecidos. Según la legislación española toda persona es potencialmente donante si fallece por causas naturales o, en casos de muerte violenta, si el juez lo autoriza. Es decir, cuando alguien muere siempre se le considera como posible donante de órganos y tejidos, pero habitualmente es la familia quien finalmente decide.

Tipos de donante

Por un lado, el clásico donante de órganos es aquel que sufre una muerte encefálica, el ictus es el claro ejemplo. “Gracias a la disminución de muertes por accidente de tráfico, cada vez es menos frecuente el donante joven por traumatismo craneal”, explica Ramon Adàlia, responsable de la unidad de donación y coordinación de trasplantes del hospital Clínic. Otro tipo de donante cadáver es en asistolia. El perfil típico es el de una persona que ha sufrido una parada cardiorespiratoria de la que no ha podido ser recuperado, como puede ser una muerte súbita. “El más frecuente es el enfermo de menos de 65 años con patología cardiovascular”, añade. En 2011, en Cataluña se produjeron 323 muertes encefálicas y 60 por asistolia, o lo que es lo mismo, 383 potenciales donantes. Cuando la persona ha fallecido se deben mantener los órganos hasta su extracción porque deben conservar las funciones específicas. Este proceso permite realizar todas las pruebas necesarias para descartar posibles enfermedades transmisibles del donante antes de efectuar el trasplante. Los márgenes de actuación son muy limitados. Para el fallecido en asistolia la actuación debe realizarse en apenas dos horas y media. Pasadas 12 y 24 horas sólo podrá donar los tejidos. Por muerte encefálica, como el paciente muere en el hospital y está conectado a diferentes dispositivos, se intentan mantener los órganos en buen estado incluso durante unos días.

¿Puede donarse en vida?

Efectivamente,  también se puede donar en vida, pero se limita a trasplantes de hígado o riñón. La gran diferencia es que este tipo de donaciones son dirigidas, uno elige a quién donar el órgano. Pero para poder hacerlo debe existir una relación emocional demostrada y pasar los filtros de comités éticos y legales para descartar posibles incentivos económicos a la donación. En algunos países sólo se puede realizar entre familiares directos. Además, el donante debe estar completamente sano. Sólo disponemos de un hígado, de modo que en estos casos se dona una parte de él porque, curiosamente, este órgano se puede regenerar por sí mismo. “Se debe establecer una compatibilidad de grupo sanguíneo, que no quiere decir que sea el mismo, y no superar los 55 años”, aclara Juan C. García Valdecasas, responsable de la unidad de trasplante hepático y de páncreas. El caso del riñón es más sencillo porque tenemos dos.

Criterios para recibir un órgano

Quien está inscrito en la lista de espera para ser candidato a recibir un órgano debe cumplir tres criterios generales. El más importante es la compatibilidad, ya que si ésta no existe el organismo del paciente rechazaría el órgano en caso de trasplantarse. Si se cumple este criterio, siempre se priorizan los pacientes más graves y, de estos, los que más tiempo lleven en la lista. Algunos órganos deben cumplir además sus propios criterios de priorización. En el caso del corazón o tejidos cardiovasculares el tamaño es esencial. “Si el órgano o tejido que se recibe no se ajusta al tamaño del paciente, su nuevo corazón no sería capaz de expulsar el volumen que el receptor necesita y se debe buscar otro”, explica José Luís Pomar, responsable del programa de trasplante cardiaco. Generalmente son pacientes con insuficiencia cardiaca producida mayoritariamente tras sobrevivir a un infarto agudo de miocardio. Para recibir un hígado, el enfermo, típicamente con cirrosis causada por hepatitis C, se clasifica según la gravedad en función de tres parámetros. “Tener alterados los valores de bilirrubina, creatinina y el estado de la coagulación prevalece por encima del factor antigüedad”, explica García Valdecasas. Por su parte, el receptor de un riñón es un paciente con insuficiencia renal crónica que está en diálisis. “A no ser que el enfermo reciba un riñón de un donante vivo, que en este caso se puede realizar el trasplante antes, incluso, de que el paciente haya entrado en diálisis”, aclara Álvarez-Vijande. La lista de espera de riñón es la más amplia, en estos momentos 4.434 españoles están esperando un donante. Sin embargo, mientras que para algunos pacientes recibir un órgano es vital, es decir, sin él pueden morir, para los casos de riñón y páncreas el enfermo puede sobrevivir con el tratamiento, si bien la calidad de vida se ve perjudicada.

¿Qué pasa después del trasplante?

En todos los casos el paciente que recibe la donación tiene que seguir tratamiento inmunosupresor tras el trasplante para evitar el rechazo, tal como se ha avanzado con ocasión de las noticias referidas al trasplante de hígado del jugador Eric Abidal. Éste es el órgano que mejor se tolera frente al corazón, que es el que produce más rechazos. Pero en España contamos con unos de los mejores resultados de trasplante del mundo. Hasta el 95% de los pacientes que recibe un órgano sobrevive a un año vista, el 75% cinco años después del trasplante.

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