¿Por qué perdemos memoria con el paso de los años?

A los 70 años de edad un 15% de los pacientes tiene demencia y a los 90 aproximadamente el 40%

Redacción

La pérdida de memoria es un signo inespecífico y con frecuencia difícil de detectar, por eso es complicado darse cuenta del inicio de una demencia. Muchas personas se olvidan frecuentemente de hechos y situaciones debido, por ejemplo, a problemas de ansiedad o depresión, que pueden acusarse a la pérdida de memoria. En general se asocia a un síntoma normal de la edad, pero no siempre es así. Un cambio en el comportamiento es fundamental para conocer la existencia de este problema. Normalmente se reduce la capacidad de relación social y, aunque a veces no se le da valor a este aspecto, es fundamental. Pero no es fácil de distinguir porque, como explica Ana Frank, jefa de sección de neurología del Hospital Universitario La Paz, “no hay una norma que indique que alguien tiene o no demencia. Por eso tiene que ser el acompañante o cuidador quien lo note, ya que es capaz de ver detalles que a veces pueden pasar desapercibidos”.

La causa más común de demencia es el Alzheimer

Un 70% de las demencias que se diagnostican actualmente a personas mayores de 60 años se deben al Alzheimer. Esta enfermedad degenerativa produce la muerte de las neuronas. Cuando esto ocurre, diferentes zonas del cerebro se atrofian y la persona sufre una pérdida progresiva de la memoria y otras capacidades. Hay ciertas funciones cerebrales que se van perdiendo con la edad y una de ellas es la cognitiva, la más compleja. No es únicamente la que hace que recordemos cosas, es también la responsable del lenguaje y la que nos permite orientarnos en el tiempo y el espacio, y reconocer a los seres queridos, entre otras.

El principal factor de riesgo es la edad, pero este no se puede modificar. A partir de los 65 años se duplica cada diez años. A los 70 un 15% de los pacientes tiene demencia y a los 90 aproximadamente el 40%. Sin embargo, del 30% restante de demencias diagnosticadas, que no son Alzheimer, algunas pueden no ser degenerativas y estar causadas por diversas enfermedades como la cerebrovascular. Numerosos estudios han determinado que el Alzheimer puede expresarse de forma más intensa en aquellas personas que han sufrido lesiones cerebrales producidas por infartos. Por eso, controlar los factores de riesgo vascular como hipertensión, obesidad, hipercolesterolemia, sedentarismo y tabaquismo es muy importante. Es una de las mejores formas de hacer prevención. “La enfermedad cerebrovascular guarda una estrecha relación con las demencias. Una cuarta parte de los pacientes que han sufrido un ictus tienen secuelas cognitivas o del comportamiento y a los dos años pueden padecer demencia, sobre todo aquellos que ya presentaban algún déficit previo al ictus. En estos casos el desenmascaramiento se acelera”, aclara esta especialista, también profesora de neurología de la Universidad Autónoma de Madrid. “Cuando el órgano empieza a dañarse se produce un deterioro de esta zona que puede afectar a una de estas funciones. Todas las enfermedades vasculares cerebrales pueden no sólo producir un déficit motor, también pueden provocar una pérdida cognitiva”, añade.

 

Entrenamiento cerebral

La memoria se entrena, porque el cerebro es dinámico. Cuando se ejercita creamos una reserva cognitiva. De esta forma el cerebro tiene mayor capacidad de resistir a los daños que vienen sobreviniendo. Un cerebro no ejercitado, en cambio, no cuenta con esta reserva. Pero no basta con hacer sudokus o jugar con una videoconsola porque, como apunta Frank, “en muchos casos quizás no lo haya hecho en su vida. El cerebro debe entrenarse en todos los ámbitos, se debe buscar la forma en que el paciente se sienta más cómodo, entender sus gustos. Relacionarse, tener hábitos sociales, leer, si le gusta, puede ser suficiente”. El ejercicio físico también supone una parte muy importante en este entrenamiento cerebral.

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