Más de la mitad de la población está infectada con el Helicobacter Pylori

Cerca del 60% de personas en España tiene en el estómago la bacteria Helicobacter Pylori, que se contrae por vía oral, sobre todo a través de la saliva. No siempre provoca síntomas a los portadores, que es posible que no desarrollen enfermedad digestiva. Sin embargo, otros individuos que adquieren la infección padecen molestias estomacales como dolor, acidez, digestiones lentas o gases, coexistiendo factores genéticos, medioambientales o inmunes.

Así lo explica Modesto Varas, especialista en Aparato Digestivo del Centro Médico Teknon, de Quirón Salud y jefe de Aparato Digestivo de CIMA Sanitas. “El Helicobacter Pylori puede provocar gastritis aguda, que en ocasiones se puede convertir en crónica o atrófica, así como úlcera gástrica o duodenal”, apunta. De hecho, se estima que existe infección por Helicobacter Pylori en un 80-85% de las úlceras gástricas y en un 90-95% de las úlceras duodenales. La enfermedad puede incluso progresar linfoma y cáncer gástrico, subraya Varas.

El abordaje de estos pacientes pasa por el diagnóstico precoz y el tratamiento farmacológico, para erradicar la bacteria y modificar así la historia natural de la enfermedad. Para detectarla, se utiliza el denominado test de aliento con urea o la prueba de detección en heces, esta última especialmente en niños de menor edad. La primera se realiza exhalando aliento para saber si existe presencia de la bacteria, y su sensibilidad se sitúa entre el 90 y el 100%. Esta prueba tiene una duración aproximadamente de 30 minutos y debe realizarse en presencia de un profesional sanitario.

Métodos más invasivos como la biopsia por endoscopia se practican ante la presencia de síntomas de alarma, como hemorragia, pérdida de peso o analítica alterada. Esta prueba se hace con sedación y tiene una duración de entre 10 y 15 minutos.

Las pautas terapéuticas son múltiples, siendo la más habitual la administración de omeprazol (o derivados) junto a tres antibióticos durante dos semanas, lo que consigue más del 90% de erradicación de la bacteria, y por tanto frenar la progresión de la enfermedad. Tras el tratamiento, se realiza otra prueba para comprobar que la infección ha desaparecido.

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