Los probióticos como tratamiento de patologías intestinales

Pacientes con diarreas o colon irritable pueden verse beneficiados por estos suplementos

Silvia FidalgoSegún el informe elaborado de forma conjunta por la FAO y la OMS en 2011, los probióticos son microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas confieren un beneficio a la salud del hospedador. No debemos confundirlos con los prebióticos, que son alimentos que estimulan el crecimiento y la actividad de bacterias beneficiosas para la flora intestinal -principalmente bifidobacterias y lactobacilos-, y no son microorganismos vivos, igual que los simbióticos, alimentos funcionales que contienen una mezcla de productos alimenticios prebióticos y próbioticos. Ambos también poseen amplios beneficios para la salud.

En el citado estudio y, a modo de guía, se establecieron las directrices para determinar qué características debe tener un microorganismo para considerarse probiótico. En este sentido, Francisco Guarner, médico gastroenterólogo e investigador en el Instituto de Investigación del Hospital Vall d’Hebron (VHIR) indica: “para catalogarlo, se debe identificar bien el microorganismo, a nivel de género, especie y cepa, hacer una adecuada caracterización y unos correspondientes estudios de seguridad en modelos animales y posteriormente en población humana”.

Existen cepas con una eficacia ampliamente documentada para la prevención y el tratamiento en procesos agudos del aparato digestivo, como algunos tipos de diarrea, estreñimiento, intestino irritable, inflamación intestinal, etc. En palabras del especialista: “los probióticos pueden ser útiles para las diarreas agudas tanto en adultos como en niños, en personas con el tiempo de tránsito lento con tendencia al estreñimiento y en pacientes de colon irritable, así como para tratar la diarrea del viajero. Además de constituir un tratamiento, también se pueden usar como complemento de un tratamiento con antibióticos, puesto que contrarrestan los efectos secundarios negativos de estos últimos”. En ocasiones se utilizan para mejorar los títulos de anticuerpos cuando se administran vacunas, para el tratamiento de las alteraciones en la microbiota vaginal y para la prevención de problemas bucales.

Podemos encontrar microorganismos probióticos en alimentos como el yogurt o en suplementos dietéticos que se venden sin prescripción médica, dado que su consumo no supone ningún riesgo para la salud. A pesar de ello, el especialista recomienda consultar al profesional de la salud más cercano, que puede ser el farmacéutico o el nutricionista, ya que pueden tener mayor acceso a la información y puede ser útil para ayudarnos a discernir qué productos tienen la categoría científica de probióticos y cuáles no. “Los probióticos deben indicar en la etiqueta qué contienen, no sólo a nivel de género sino también la especie, la cepa y la cantidad”, concluye el experto.

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