Hepatitis C, menos transmisión pero más casos avanzados

hepatitis-c-pngTratar antes a los pacientes supone lograr la curación de la enfermedad

A. SENDÍN, MADRID.  Cada año se infectan de tres a cuatro millones de personas en el mundo por el virus de hepatitis C. En total conviven unos 180 millones de infectados con enormes diferencias de prevalencia según las poblaciones. En España se calcula que afecta al 2,5% de los ciudadanos, pero no se disponen de datos oficiales porque no existen estudios epidemiológicos amplios ni recientes. El último ensayo serio tiene más de diez años y sólo se hizo en Cataluña. Con ocasión del Día Mundial contra la Hepatitis el próximo 28 de julio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) insta a los gobiernos a tomar medidas contra los cinco virus de la hepatitis que pueden causar infecciones hepáticas graves y dan lugar a 1,4 millones de muertes cada año.

Algunos de esos virus pueden provocar enfermedades crónicas y debilitantes como cáncer de hígado y cirrosis. Se han identificado siete genotipos de la hepatitis C (GT1-7) y hasta 67 subtipos. El genotipo 1 es el genotipo de hepatitis C más frecuente en todo el mundo, se han identificado dos subtipos diferentes: 1a y 1b. En Europa hay una mayor prevalencia del subtipo 1b y en EEUU del 1a.

El VHC es un virus con un genoma de ARN que nunca pasa por fase de ADN, a diferencia de lo que ocurre con el VIH o el virus de la hepatitis B (VHB), de transmisión fundamentalmente parenteral, es decir, se transmite principalmente por vía endovenosa, por transfusiones de sangre por ejemplo. Probablemente, apunta Javier Crespo, jefe del servicio de gastroenterología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV) y vicesecretario de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), muchos casos están relacionados con contactos con el virus hace 30 o 40 años que se han manifestado ahora. “Es una infección muy lenta que con frecuencia da la cara a muy largo plazo”, asegura. De cada diez personas infectadas, tres se curan por sí solas sin que la persona afectada siquiera lo detecte y siete se cronifican. Afortunadamente, la incidencia ha bajado en picado en los últimos años. El problema, como asegura Javier Crespo, es que los casos avanzados están aumentando en gran medida porque la mayoría de pacientes presentan una enfermedad de larga evolución. “Este aumento de casos avanzados seguirá produciéndose hasta el 2030 aproximadamente y a largo plazo, gracias a los tratamientos actuales, podrá llegar a convertirse en una patología olvidada en nuestra sociedad”, explica Crespo.

El virus avanza lenta pero progresivamente hasta causar una cirrosis hepática. “Ésta, a su vez, puede causar complicaciones potencialmente mortales, como una hemorragia por varices esofágicas, o un cáncer de hígado”, explica este hepatólogo. El virus de hepatitis C es la causa de casi la mitad de los trasplantes de hígado y de las cirrosis hepáticas y más del 50% de los hepatocarcinomas.

A pesar de todo, los profesionales son optimistas en parte gracias a los tratamientos disponibles en la actualidad. Y es que, a diferencia del VIH, la infección por virus C se puede curar, a no ser que se llegue a una situación irreversible. “Es muy importante entender que el hígado sano es como una esponja con agua y el cirrótico como una piedra pómez. Si se llega a la piedra pómez, no se puede revertir la situación, debemos intentar llegar antes”, ilustra Crespo. Pero hoy en día la prioridad en el tratamiento son los pacientes que requieren atención urgente para evitar que la infección progrese.

El tratamiento actual se basa en la combinación de interferón, ribavirina y telaprevir o boceprevir. Sin embargo, el futuro pasa por la combinación de dos o más agentes antivirales directos de segunda generación únicamente por vía oral. Esta alternativa está aprobada por la agencia europea del medicamento pero todavía no está validada en España. “Al ser un medicamento de alto valor terapéutico, estamos indicándolo sólo en pacientes más avanzados”, señala Crespo. Pero este hepatólogo recalca que el reto está en tratar antes a los pacientes para lograr la curación de la enfermedad. Además, los nuevos antivirales serán eficaces para prácticamente todos los genotipos. Aunque los diferentes genotipos y subtipos comparten características biológicas y patogénicas básicas, difieren en su respuesta al tratamiento y en su epidemiología.

La infección por virus C, a pesar de ser muy prevalente y desconocida por más de la mitad de los casos, se puede curar. Pero los profesionales recalcan que la curación pasa por una mayor divulgación de información veraz, una correcta educación, un diagnóstico adecuado y un tratamiento óptimo. Para ello, apunta Crespo, se requieren estrategias de salud nacionales. “Es imprescindible aunar esfuerzos, los hepatólogos no podemos hacerlo solos, se requiere la participación de los diferentes actores sanitarios y sociales implicados”, concluye.

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