Hasta un 40% de los pacientes sometidos a tratamientos de infertilidad muestra signos leves de depresión

El estrés inhibe el sistema parasimpático, que es el que controla la función reproductiva de la mujer

Redacción

El estrés supone una seria dificultad a la hora de conseguir un embarazo. Es necesario distinguir entre dos tipos de estrés: por una parte, el estrés general, causado por los agentes externos en nuestra vida cotidiana, por ejemplo, la presión en el trabajo, las prisas, los problemas económicos; por otra, el estrés derivado de la propia ausencia de descendencia. En algunas ocasiones ambos se unen, se superponen y, en definitiva, se potencian, complicando los problemas de la pareja.

Es habitual que la situación de estrés se incremente cuando se inician los estudios de diagnóstico y tratamiento de la infertilidad. Como apunta Juan Ordás, especialista en Ginecología y Medicina de la Reproducción en la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, “entre el 40 y el 50% de los pacientes sometidos a tratamientos de infertilidad muestra signos leves o moderados de depresión, mientras que un 2% tiene síntomas depresivos graves y entre un 15 y un 50% presenta síntomas de ansiedad”.

Cuando los ciclos de tratamientos fracasan, estos síntomas se agravan, por ello algunos pacientes necesitan apoyo y tratamiento psicológico, especialmente en el caso de la mujer. “Estudios recientes estiman que el fracaso reproductivo se asocia con un incremento del 17% en el riesgo de hospitalización por problemas psiquiátricos, señala el especialista Ordás.

Cómo afecta realmente el estrés a la infertilidad

Como señala el experto Ordás, nuestro equilibrio biológico está determinado por los sistemas simpático y parasimpático. “Ante una agresión se produce una descarga de adrenalina, cuya misión es poner en funcionamiento la defensa, a lo que sigue un aumento de la secreción de cortisol, que inhibe el sistema parasimpático. En definitiva, el sistema simpático se activa, mientras que el parasimpático se inhibe, y la función reproductiva está controlada por éste último. Ello explica que las mujeres sometidas a estrés suspendan sus ovulaciones y, si el estrés continúa, suspenderán sus menstruaciones.

En el caso del varón, la repercusión en el sistema reproductor es más difícil de evaluar, pero los trastornos mejor conocidos son la inhibición parcial de la producción de espermatozoides, la disminución de la libido y la impotencia.

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