El tratamiento de la dislipemia aterogénica pasa por cambiar los hábitos de vida

La dislipemia aterogénica es una alteración lipídica y lipoproteica asociada a enfermedades de alto riesgo cardiovascular, como la diabetes, el síndrome metabólico y la obesidad visceral. Sus peculiares características , con diversos factores coexistentes, repercuten en un infradiagnóstico y, por ende, en un infratratamiento e infracontrol de la enfermedad. La dislipemia se caracteriza por la coincidencia de hipertrigliceridemia, colesterol HDL bajo y presencia de partículas LDL pequeñas y densas, pudiendo coexistir todo ello con una hipercolesterolemia leve o moderada. Cuanto mayor es la concentración de triglicéridos, más concentración de elevada es la proporción de esas partículas LDL, que tienen más capacidad de entrar en la pared arterial, oxidarse y provocar arterioesclerosis.

En concreto, debe prestarse especial atención cuando los triglicéridos se encuentren por encima de 150 mg/dl y el colesterol HDL esté por debajo de 40 mg/dl en los hombres y de 50 mg/dl en mujeres, aunque estos solo son datos orientativos, puesto que pueden variar según el tipo de paciente.

La dislipemia aterogénica está asociada a obesidad abdominal, síndrome  metabólico, diabetes y prediabetes, síndrome del ovario poliquístico y enfermedad renal crónica. Este tipo de dislipemia multiplica por diez las posibilidades de padecer eventos cardiovasculares. El riesgo de padecerla  aumenta con la edad y es más habitual en los varones, sobre todo porque es infrecuente encontrar niveles bajos de colesterol HDL en mujeres. Actualemnte, se calcula que este trastorno afecta a un tercio de la población europea, y por lo que respecta a nuestro país, los datos son escasos.

Para detectar la dislipemia aterogénica es necesario medir el perfil lipídico básico, que incluye el colesterol, los triglicéridos, el colesterol HDL y el colesterol LDL.

Las dislipemias son una de las principales causas de fallos en el sistema circulatorio, que siguen siendo la primera causa de mortalidad en los países desarrollados, por delante del cáncer. Hay que recordar que, a nivel general, la población se ha sensibilizado con algunos de los factores que llevan a padecer problemas cardiovasculares: tensión arterial, tabaco, colesterol… pero no con el resto de parámetros lipídicos.

 

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