Detectar intolerancia a la lactosa con un análisis de orina

Se trata de una prueba no invasiva que solo requiere tomar previamente un tipo de azúcar sintético

Se calcula que en España, alrededor de un 20 y 40% de la población sufre algún grado de intolerancia a la lactosa

Sofía Larrucea

El 75% de la población mundial padece hipolactasia, problema más conocido como intoleran­cia a la lactosa. Para detectar esta afección, son varios los métodos existentes, pero el más reciente es el test de gaxilosa. Se trata de una prueba no in­vasiva y que simplemente requiere que el paciente tome un tipo de azúcar sintético (que es un análogo sintético de la lactosa) para posteriormente analizar la orina y detectar, de este modo, si padece o no esta afección.

El azúcar sintético en cuestión es 4-ga­lactosil-xilosa, cuya Denominación Co­mún Internacional (INN por sus siglas en inglés) es Gaxilosa. Este disacárido sin­tético, sustrato de la lactasa intestinal, es hidrolizado por esta, resultando en dos productos fisiológicos: galactosa y xilosa. La galactosa se transforma en glucosa en el hígado. La xilosa, sin embargo, que es absorbida de forma pasiva, un 50% es me­tabolizada de forma endógena mientras que el resto va apareciendo en la san­gre y finalmente es excretada por la orina. De este modo, la cantidad de xilosa en orina y en sangre se correlacio­na con la actividad enzimática de la lac­tasa intestinal y, por tanto, niveles bajos de xilosa en orina se asocian a una baja actividad de la lactasa, factor principal que da lugar a la intolerancia.

Alta sensibilidad

La sensibilidad y especificidad de es­ta prueba es mayor al 90% y, a pesar de que no ofrece información acerca de la tolerancia (pues no existe una correla­ción entre el grado de malabsorción con el grado de intolerancia clínica) sus ventajas respecto a otros métodos diag­nósticos es su sencillez de aplicación y la ausencia de molestias en el paciente. Además, se trata de una herramienta diagnóstica que no solo parece ser espe­cialmente útil en la detección de la hipo­lactasia, sino que también resulta una he­rramienta eficaz para evaluar la integri­dad funcional de la mucosa intestinal, la enfermedad celiaca o infecciones intestinales, por ejemplo.

Intolerancia a la lactosa

En España, entre el 20 y el 40% de la población sufre intolerancia a la lactosa, según fuentes de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD). Esta afección tiene diferentes orígenes, pero la causa más frecuente es de tipo genético y progresivo y suele apare­cer a partir de los dos años de edad, pues la actividad de la lactasa desciende brusca­mente. No todas las personas padecen el mismo grado de intolerancia, ni todos los alimentos contienen la misma cantidad de lactosa. Los quesos curados y, sobre todo, los productos lácteos fermentados como el yogur son más aconsejables para las personas intoleran­tes, pues durante su proceso de elaboración las bacterias encargadas de fermentar la leche (Streptococcus ther­mophilus y Lactobacillus bulgaricus) generan la en­zima lactasa, ayudando a la asimilación de la lactosa y a la digestión, tal como in­dica Lluís Asmarats, jefe del servicio de medicina interna de la Clínica Sa­grada Familia.

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